¿Qué respuesta te darías si te invitaras a café ante esta disyuntiva?

En nuestra vida hay dos variables que parecen afectar inexorablemente a la calidad de la misma: el nivel de (in) consciencia  y el de (in)competencia. Y de cómo nos movamos por las cuatro combinaciones que de estos dos ingredientes hagamos, así cocinaremos nuestros aprendizajes, nuestra capacidad de instalar o desinstalar comportamientos, nuestro estilo de vida, que en el fondo no es más que un puñado de hábitos plantados en la tierra de nuestro ser.

Hemos nacido para transformar y para ser transformados, para cuestionar el mundo y para ser cuestionados. Somos seres erráticos en búsqueda permanente de la plenitud y de la felicidad, seres que anhelamos seguir al Zaratustra más incendiario y desatado en “… las tres transformaciones del espíritu: el espíritu se convierte primero en un camello, el camello se vuelve león, y finalmente el león se vuelve niño …”. Pero nos acomodamos en el status-quo del sofá del salón delante de un televisor que nos bombardea con mensajes narcóticos e idiotizantes de la moral imperante. Y así vamos, sobreviviendo en la mediocridad de una vida donde lo importante es el “producto nacional BRUTO” y donde la “sutileza” ha emigrado hace tiempo a los rincones polvorientos de nuestro cómodo y oxidado pensamiento.

De modo que de ir por la vida totalmente inconsciente, zombi y anestesiado a cultivar la conciencia plena, meditar en movimiento y tener la mente abierta, curiosa, activa, conectada a cada aquí y cada ahora, solo dista una escalera de 4 peldaños:

• El escalón 1, mi yo ignorante, ciego, contumaz: no sé que no sé (incompetencia inconsciente)
• El escalón 2, mi yo principiante, aprendiz: sé que no sé (incompetencia consciente)
• El escalón 3, mi yo competente, capaz: sé que sé (competencia consciente)
• Y el escalón 4, mi yo experto, maestro : no sé que sé (competencia inconsciente)

¿ Y tú en qué escalón habitas más tiempo ?